¿Por qué Finlandia ha sido elegida por siete años como la nación más feliz del mundo?
Porque esa nación “ofrece una educación de calidad para toda la población sin dejar a nadie atrás, con una educación que prepara a estudiantes para hoy y para el futuro”, aseguró la embajadora Johanna Katkajarvi, en la clausura del 25º Congreso de la Asociación Mundial de Mujeres Periodistas y Escritoras.
La pregunta viene recorriendo el mundo desde hace siete años y salta desde un continente, causando la envidia de todos quienes conocen los resultados de la evaluación que está haciendo todos los años la Organización de Naciones Unidas para medir y calibrar la calidad de vida de los seres humanos en el planeta tierra.
La respuesta llegó ayer hasta una de las orillas del Estrecho de Magallanes, en el sur de Chile, en el extremo sur del continente americano.
Llegó de la mano de la embajadora de Finlandia, Johanna Katkajarvi, una de las invitadas estelares al 25 º Congreso Mundial de Mujeres Periodistas y Escritoras que culminó ayer en Punta Arenas, y que fue escenario de interesantes exposiciones que escucharon más de un centenar de asistentes de más de una cincuentena de países.
La representante de Finlandia, que presentó la ponencia llamada “Educación Mediática en Finlandia y la importancia de la alfabetización crítica”, contó en primer lugar que su país “es uno de los más estables, menos frágiles y menos corruptos en el mundo, y que ha sido elegido por la ONU como el país más feliz del mundo por siete años consecutivos”.
Luego explicó: “El sistema educativo tiene mucho que ver con todos estos logros. Finlandia ofrece una educación de calidad para toda la población, sin dejar a nadie atrás, con una educación que prepara a estudiantes para hoy y para el futuro, desarrollando habilidades digitales necesarias para la participación en la sociedad”.
Y en esa dirección, la diplomática fue más explícita para aclarar cómo se está preparando a los estudiantes para el futuro: “La alfabetización mediática forma una parte importante de las habilidades digitales”.
Una definición inicial de lo que se considera “alfabetización mediática” dice que se entiende como “la capacidad de analizar, evaluar y crear mensajes mediáticos de manera crítica y reflexiva”, lo que implica, entre otras materias, “comprender los códigos y convenciones de los medios de comunicación, evaluar la credibilidad, distinguir entre información y publicidad, identificar sesgos y producir y compartir contenidos éticos y responsables”.
La aplicación de lo anterior explica que Finlandia ocupe el primer lugar en el índice de alfabetización mediática desde su publicación por primera vez en 2017, cuyo índice comparó a 47 países europeos y de la OCDE.
Lo que se evaluó, dijo la embajadora, fue “la capacidad de las personas de resistir las noticias falsas utilizando la libertad de prensa, la educación, y la confianza en las personas”.
La diplomática confirmó lo que se había comentado en otros paneles del Congreso de la AMMPE al advertir que “vivimos en una era digital donde la información fluye a una velocidad sin precedentes. Mientras los avances tecnológicos han generado grandes aportes a la democratización del conocimiento, paradójicamente también presentan nuevos desafíos que tensionan a las democracias en todo el mundo y también desafían a nuestros sistemas educativos”.
La embajadora fue enfática para indicar la consecuencia más relevante que la experiencia en Finlandia de esta política pública impulsada en la educación:
“Cuando las personas tienen un buen nivel de alfabetización mediática, es más difícil influir en ellas con desinformación o hacer que actúen en contra de sus propios intereses. Sin alfabetización mediática, la gente tiene mucho menos poder para influir en las cosas que le importan, y hay mucha menos confianza en la sociedad”.
Finalmente, la ponencia de la representante de Finlandia, cerró con un llamado a las mujeres del Congreso de la AMMPE a entender que “la educación mediática es un trabajo constante, y nos convoca a todas nosotras. Lo que hacemos ahora importa. Importa la información que difundimos, importa como interactuamos con el mundo digital, y también las regulaciones que se van desarrollando. El mundo ha cambiado y necesitamos ir construyendo un nuevo mundo que sea cada vez más empático, potenciando nuestras cualidades humanas que la tecnología no tiene”.